viernes, 1 de mayo de 2015

313 - ZENTANGLE


Empezó mucho antes, un domingo de verano en una playa del sur. 
Me dormí al sol y soñé mi vida.
He descubierto que cuando morimos, lo que realmente ocurre es que despertamos de un largo sueño y comenzamos de nuevo. Nacemos otra vez.
Y así infinitas veces.
Soñamos con las personas que amamos, con los hijos que tuvimos, con quienes nos odiaron y con los que murieron. Con los lugares que visitamos, con las cosas que comimos y con los aromas que nos embriagaron.
Soñamos el placer y el dolor, las risas y los llantos, las casas que habitamos, las mantas cálidas que nos abrigaron y los ojos que nos miraron.
Con los mares que nos cubrieron, las sombras que nos protegieron y las noches que nos pervirtieron.
Con los libros que leímos, las poesías que escribimos y las canciones que dedicamos. 
Los desastres que nos horrorizaron y la sangre que nos turbó. Con el daño que causamos, las lágrimas que provocamos y los labios que despreciamos.
Con la felicidad alcanzada, con las caricias interminables y los gritos de placer.
Soñamos con la agonía, con nuestra muerte, y sudando asustadas despertamos y estamos de nuevo en la playa, sobre una toalla llena de arena, con los ojos deslumbrados por el resplandor del sol en el mar y una extraña sensación de temor a lo que vivir.

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